Sergi Enrich, un goleador sin vitola de estrella

Cuando todos creíamos que sin Borja Bastón el SD Eibar de José Luis Mendilibar sufriría, aparece en escena un hombre clave que ha revitalizado el ataque del conjunto armero.

Ver a la SD Eibar en séptima posición de la Liga Santander con 35 unidades, a tan solo un punto de los puestos que dan acceso a Europa, no es fruto de la casualidad. Detrás de esta bonita historia, existe un gran trabajo de una secretaría técnica encabezada por Mikel Martija y Fran Garagarza. La clave la desgranaba este último en una entrevista concedida al diario AS, donde explicaba que para poder asentarse en la máxima competición de clubes a nivel nacional había sido muy importante el haber estado liderados por un consejo que delega responsabilidades y deja libertad para desarrollar las estrategias.

Uno de los fichajes con los que más trabas tuvieron que lidiar fue el de Sergi Enrich. El punta, tras su paso por el Recreativo de Huelva y Alcorcón, aterrizó en Numancia dejando unos registros que llamaron la atención de los guipuzcoanos. Fijo en el esquema de Juan Antonio Anquela, el de Ciutadella firmó actuaciones de gran nivel tras centrar definitivamente su posición. Marcó 26 tantos repartidos en dos temporadas. Suficientes como para comprar el billete que da acceso a Primera División. Lo intentó el Eibar en enero de 2015 pero su pase no se certificó hasta julio del mismo año.

Conexión directa con Borja Bastón. Dos delanteros de pocas cualidades individuales, pero que iban siempre pegaditos, compartiendo jugadas y balones directos. Cuando el club armero buscaba en largo a sus atacantes, los buscaba en pareja para que primero la tocara uno y después otro. Suena arcaico pero la mayor parte de los goles cosechados se gestaron de este modo. El Eibar organizaba el ataque a través de sus dos delanteros. Ellos eran los “mediocentros”. Dos nombres propios que se complementaban muy bien. No gozaban de los oropeles de los grandes equipos, ni siquiera llegaban a tridente, porque sólo eran dos, pero entre ellos se las arreglaban para ponérselas tiesas a cualquier rival. Tanto fue así que el madrileño acabó ese mismo verano en las filas del Atlético de Madrid, mientras que el balear decidió quedarse en Ipurúa.

Se iniciaba la 2016/2017 con la incógnita. La visión generalista escribía entre renglones que la SD Eibar sufriría un descenso de nivel en el aspecto ofensivo. Todo lo contrario a lo que ha ocurrido. En un contexto que se presagiaba desfavorable para los guipuzcoanos, se ha posicionado como líder un hombre caracterizado por la exuberancia física y adalid de tareas como la presión, la lucha por balones aéreos o los desmarques de ruptura. Sergi Enrich ha pasado de ser uno más dentro del grupo a ser un jugador que mantiene la esencia del mejor Eibar para ayudar a que este nuevo equipo, más pausado y con más control de balón, sea tan o más competitivo que el año pasado.

Se dice que las alineaciones son una de las bazas que tienen los entrenadores para sorprender a los rivales, pero Mendilibar sabe que las suya estará formada por Sergi Enrich y diez más. El delantero se ha convertido en un fijo desde su llegada a Ipurúa. En la anterior campaña jugó todos los partidos de liga y en la presente edición, va camino de cumplirse. Acumula un total de nueve dianas y es el segundo máximo goleador nacional. Una de las claves de su crecimiento reside en otro compañero de batallas, Adrián González, ‘el hijo de Michel’. Siempre se la he conocido así, como si fuera una manera de remarcar que juega en Primera por su apellido y no por su fútbol. Un sinsentido si se tiene en cuenta su progresión desde el Elche de Escribá hasta el Eibar de Mendilibar. Su función se limita en compensar los movimientos de Sergi Enrich y acompañarle muchas veces, desde la segunda línea. Dos futbolistas que hace unos años jugaban en banda y hoy son la referencia en ataque del equipo armero. Otra conexión directa que suma un total de trece goles y seis asistencias en un Eibar que juega de memoria.